Mirarla sabiendo que no vas a verla nunca más. Nunca más en carne y hueso.
Porque seguro vas a verla en sueños. En los que tienen flores, pero también en
los que tienen demonios. Seguro va a tomar posesión de tu mente. Día y noche, amanecer
y ocaso. Seguro va a dominar tu vida, pero a miles de kilómetros. Como una
conexión inalámbrica. Seguro vas a sentir que la Tierra tiembla cuando su
corazón late. Y vas a ver que sos el único que lo percibe. Seguro vas a sufrir
cuando ella llora, vas a sentir cuando ella ríe. Disfrutas que ella todavía
puede distinguirlos, la tragedia de la comedia. Seguro vas a mantener en tus
recuerdos su viva imagen. Recuerdos que son tan injustos con ella que la hacen
ver como si fuera simplemente un ángel. Seguro vas a esperar que regrese a tu
vida. O mejor dicho, que regrese con tu vida. Seguro vas a sentir que el mundo
está vacío, o que está muy lleno. Incluso puede estar lleno de vacío. Pero todo
eso se va de tu mente cuando dejas de mirarla a los ojos. Y descubrís que esos
años que pasaron en realidad fueron segundos. Y ella te dice “te amo”, por última
vez. Nunca pensaste que dos palabras podían ser un tesoro tan valioso.